domingo, 19 de octubre de 2014

Eternos de jueves a domingo.

Hemos cambiado los jueves de presaca, Lori Meyers y mucha prisa por los domingos de resaca emocional, Supersubmarina y demasiado tiempo. Los jueves pasan sin pensar, sin parar, sin pereza. Los domingos, paras para pensar con Pereza (y sus Aviones). Los jueves son para reencuentros y cervezas. Los domingos están para darse cuenta, echar de menos y dejar que una canción te toque el corazón; para ataques de realidad y de rabia por no tenerte aquí. Así que aquí estamos, pasando de jueves a domingo del tirón, perdiendo el control y de paso, el corazón. Y supongo que todo va un poco de eso, de jueves y domingos, de querer y olvidar, de ti, de mi, y otra vez de ti. 
No me faltan ganas de mandar todo a la mierda y quedarme eternamente en un jueves, pero 
¡qué sería del amor sin los domingos!



Comer demasiado, matarme de hambre,
dormir catorce horas, pasar seis noches de insomnio,
enamorarme, odiar.
No sé qué es el gris.
Nunca lo he sabido.